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23 ago 2009

El bién y el mal

Si observamos lo que ocurre en el mundo a nuestro alrededor podemos ver todos los días hechos de violencia, agresividad, muerte y destrucción. Es difícil creer que no exista la maldad en forma absoluta.

Por el contrario, la maldad parece reinar en todos los órdenes de la existencia.

¿Qué es el bien?, porque lo que es bueno para uno puede ser malo para otro. ¿Es acaso el bien algo relativo a las circunstancias o el bien es absoluto?

Platón dice que el Bien es la idea suprema y que el mal es la ignorancia.

San Agustín pasó gran parte de su vida cuestionándose sobre la existencia del mal, hasta que leyó a Platón y a San Pablo y se pudo convencer que el mal no existe, que no es en sí, no tiene Ser, que el mal es ausencia de bien.

Aristóteles considera una acción buena aquella que conduce al logro del bien del hombre o a su fin, por lo tanto, toda acción que se oponga a ello será mala.

Para Aristóteles, la bondad es un atributo trascendental del Ser.

Sócrates identificaba a la bondad con la virtud moral y a ésta con el saber. La virtud es inherente al hombre que es virtuoso por naturaleza y los valores éticos son constantes, por lo tanto el mal es el resultado de la falta de conocimiento.

Con respecto a la existencia del mal, Santo Tomás de Aquino nos dice que al crear este Universo, Dios no deseó los males que contiene, porque no puede crear lo que se opone a su bondad infinita.

Nos sigue diciendo que el mal no fue creado, el mal es una privación de lo que en si mismo como Ser, es bueno; y el mal, como tal, no es querido tampoco por el hombre, porque el objeto de la voluntad humana es necesariamente el bien. El pecador no quiere el mal, lo que quiere es el placer sensible de un acto, que se supone malo, pero su fin no es hacer el mal. No hay voluntad alguna que quiera el mal como tal.

Agrega que Dios creó un Universo cuyo orden exigía la capacidad de defecto y corrupción por parte de algunos seres.

Nos propone que la justicia exige que el mal moral sea castigado y postula que el castigo existe no por si mismo sino para que el orden de la justicia sea preservado.

La libertad es un bien para Santo Tomás porque hace que el hombre se parezca más a Dios. Él no quiso el pecado, pero lo permitió en razón de un bien mayor, que el hombre sea libre y pudiera amarlo y servirlo por propia elección. No quiso el mal físico por si mismo sino en provecho de la perfección del Universo.

Krishnamurti nos dice que el Bien es el orden total y el Mal es el desorden. El orden, en relación a la conducta en el aquí y ahora, es virtud; y el desorden es no virtud, destructivo, dañino, impuro.

Krishnamurti nos dice que uno puede sentir en el fondo de si mismo que la bondad absoluta existe, o sea el orden verdadero, libre de prejuicios. No se trata de aceptar un patrón o modelo externo sobre lo que es ordenado y bueno, porque todo patrón externo produce conflicto con el sí mismo y el conflicto es origen del desorden.

Sostiene que somos el mundo y el mundo es lo que somos, que la conciencia del mundo es nuestra conciencia y si comprendemos esto habrá compasión verdadera por todo y por todos, y que esta compasión es la libertad.

Está convencido que la sociedad es el desorden organizado; y que la negación de la continuidad de la violencia y del rencor, es el Bien. La sociedad soy yo y si yo no cambio la sociedad no puede cambiar.

Para él el Bien es absoluto y el mal no existe. En el momento que afirmamos la existencia del mal absoluto esa misma afirmación es la negación del Bien. La bondad implica renuncia total del yo; y salirse del egocentrismo es alcanzar el orden completo, la libertad, y la bondad.

Orden para Krishnamurti, significa conducta en libertad y la libertad es amor y no placer.

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20 ago 2009

Séneca

Séneca es un filósofo, escritor y hombre de estado romano que intenta conciliar diferentes formas de pensamiento con la intención de lograr un mundo más armonioso y pacífico.

Nacido en una provincia del imperio romano en el año 3 a. de C., vivió en la época conflictiva de Caligula, Claudio y Nerón, fiel a su postura estoica, consistente en aprender a enfrentar la adversidad sin flaquear y aceptar la realidad, ya que ésta trasciende la voluntad humana.

El pensamiento de Séneca se nutre de ideas estoicas y epicúreas que junto con su aporte original a la filosofía, como instrumento práctico, constituye una contribución siempre vigente y útil para las generaciones modernas, obligadas a vivir una realidad alienante.

Su padre, tuvo una amplia formación en retórica y escribió algunas obras con la intención de que sirvieran como una guía de educación para sus hijos.

Séneca fue el segundo de tres hermanos, nacidos en el seno de una familia fundamentada en los valores del honor y la austeridad, característica de gran parte de la tradición romana.

Estudió retórica y disciplinas como gramática, historia y geografía, dedicándose finalmente a la filosofía, en ese momento indispensable para quien decidía desarrollar una carrera política.

Desempeñó distintas funciones públicas y se convirtió en un hombre poderoso y rico.

Séneca tenía la particularidad de ser un verdadero mediador entre la vida y el pensamiento.

Decía que al hombre no le conviene ver y oír todo, para evitar enterarse de muchas injurias, porque sólo los curiosos se ponen coléricos.

Séneca decía que nada malo puede sucederle al hombre bueno, porque los elementos contrarios no se mezclan; y las desgracias no cambian su espíritu, porque se adapta a todo lo que pasa.

En ningún estoico como en Séneca aparece más fielmente reflejada la principal característica del estoicismo, la resignación.

La resignación en la vida permite la llegada de la razón, porque sin resignación sobrevendría la desesperación.

Para Séneca un hombre feliz es el que está de acuerdo con la naturaleza, el que se adapta a las circunstancias, que no se angustia por el cuerpo, que está pendiente de otras cosas sin obsesionarse por ninguna y que está dispuesto a utilizar los bienes y no a esclavizarse por ellos.

En cuanto al dolor por las desgracias pensaba que de nada sirve que sea largo porque es inútil, que si la tristeza sirviera para algo él no dudaría de estar siempre llorando.

Séneca se ocupó de la educación de Nerón y cuando éste fue elegido emperador, fue su consejero.

La conspiración para arrebatarle el poder a Nerón lo tocó de cerca, pero su participación fue poco probable aunque su nombre figurara entre los sucesores al trono del imperio.

Descubierto el plan, Nerón lo condenó a suicidarse cortándose las venas y tomando cicuta.

Séneca acató la orden con el estoicismo que defendió a lo largo de su vida, muriendo en el año 65.

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La Felicidad

Séneca nos dice, con respecto a la felicidad, que a pesar de que toda la humanidad desea ser feliz, las personas son ciegas para saber qué es lo que las hace felices y que cuanto más la buscan más la alejan.

Por eso para este filósofo se hace imprescindible saber qué es lo que queremos, para tomar el rumbo correcto para alcanzarla, y no dejarnos llevar por las influencias externas que nos llevan hacia distintas direcciones.

Para Séneca la senda más transitada es la menos confiable, nada es menos aconsejable que seguir al rebaño, o sea, la opinión de la mayoría creyendo que es lo mejor para nosotros, eso sería acomodarse y no actuar racionalmente, porque resulta engañoso seguir a los que van adelante, ya que nos pueden guiar al precipicio.

Pasa lo mismo en las elecciones de gobernantes, nos dice Séneca, les extraña a los mismos que votaron al partido mayor, que por eso es el peor, que hayan ganado sus candidatos y aprueban lo mismo que critican.

Hay que buscar lo mejor no lo más común y frecuente para llegar a ser un pueblo feliz y no lo que aprueba la mayoría o el vulgo que no es fiel intérprete de la verdad.

¿Por qué el hombre no busca lo bueno porque es bueno y no para que lo vean?

Una vida feliz es sólo aquella que sigue a su propia naturaleza que se puede alcanzar con el alma sana y el cuerpo saludable.

Tiene que ser una vida sin angustias, que se adapte a la época, atenta a las cosas pero sin dejarse llevar por ninguna y dispuesta a disfrutar de la fortuna sin ser su esclavo, alejando a las cosas que perturban.

En lugar de deleites pequeños sentiremos gozo continuado, paz y armonía espiritual y grandeza con mansedumbre.

Es feliz el que es honesto y virtuoso, el que no se derrumba por los cambios desfavorables, el que tiene un alma libre, recta, audaz y estable, que no siete ni ambición ni miedo.

Todo lo demás que viene y se va no aumenta ni disminuyn la felicidad, porque no tiene ningún valor y son placeres que producen dolor.

Nadie puede ser feliz si no transita el camino de la verdad, y está contento con lo que tiene, porque vivir en plenitud se logra con el juicio recto y seguro de la razón.

Muchos son infelices debido a la mala vida, por causa de los placeres mismos que son los que se encuentran generalmente en lugares tenebrosos; en tanto que el bien de la felicidad no conoce el hastío ni el arrepentimiento.

El espíritu recto jamás se odia a si mismo y es constante, mientras el placer al primer impulso se marchita, se extingue, porque nada que cambia tan rápido puede subsistir.

La naturaleza es la que nos guía y la razón es la que observa. El hombre debe confiar en la fuerza de su espíritu y ser el artífice de su propia vida. Deberá mantener sus convicciones y no cambiarlas a la hora de tomar decisiones, obrando en forma generosa y afable.

Los placeres de los sabios son moderados y tranquilos, no vienen por haberlos buscado sino por sí mismos y los que tienen sabiduría los incluyen en su vida como un juego entre las cosas verdaderas.

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Elizabeth

Elizabeth , fue el primer Patrón de chalecon  que hicimos con mi hija . Fue un proceso largo pero que nos ha brindado muchas satisfacc...